Instagram, Facebook, Tik Tok, Twitter... Las redes nos ofrecen una avalancha de información que supera nuestra capacidad de gestión. Como consecuencia realizamos procesos sesgados de selección.
De esta forma, tendemos a aceptar la información que confirma nuestra forma de pensar en política, deporte, relaciones sociales, etc. Nos relacionamos con las personas y grupos que no nos cuestionan. En lugar de enriquecernos, nuestra red social contribuye a mantenernos en posiciones rígidas. En realidad, no es raro que terminen convirtiéndose en un "más de lo mismo".
Por otra parte, el exceso de información facilita que aceptemos y compartamos contenidos parcial o totalmente falsos. Además, los posts que nos impactan y difundimos suelen corresponder a las malas noticias. Aquellas que resultan preocupantes y angustiosas.
Estos datos, nos pueden ayudar a reflexionar acerca de nuestra capacidad crítica con respecto a las noticias que se propagan por las redes. Conviene ser cautos con la información que aceptamos y compartimos.
Ver más en: F. Menczer y T. Hills. "La economía de la atención". Investigación y Ciencia, febrero 2021.
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