La mayor parte del sueño se dedica al descanso y la relajación (durante el sueño no REM). Sin embargo, también dedicamos un tiempo a recrear situaciones fantaseadas en nuestra mente en apariencia dormida (durante el sueño REM).
Los sueños nos sorprenden por su carácter surrealista. Mezclamos presente y pasado, aparecen personas conocidas fuera de contexto y representan una escena cuyo contenido suele resultar absurdo.
Curiosamente, la extrañeza del contenido se suele acompañar de una intensa carga emocional. Por esta razón, no es raro que nos despertemos sobresaltados y sorprendidos.
Más allá de la apariencia, los sueños expresan aspectos, muchas veces sin darnos cuenta, de nuestra vida afectiva y relacional. Puede tratarse de deseos inconscientes que nos resultan difíciles de aceptar y nos atrevemos a representar "disfrazados" en nuestra "vida nocturna".
De esta forma, la actividad onírica podría ayudarnos a elaborar y organizar nuestro mundo emocional y relacional. Quizás esta función contribuya a explicar la utilidad de posponer una decisión para poderla "consultar con la almohada".
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