En los equipos se encienden bombillas rojas de alarma como bajas frecuentes, retrasos repetidos, errores en el trabajo sin apenas importancia, enfrentamientos entre compañeros de escasa relevancia…
Con frecuencia estas situaciones se atribuyen al azar o se consideran problemas individuales que nada tienen que ver con la dinámica del equipo. Se intenta tratar el síntoma sin abordar la enfermedad. De esta forma, se corre el riesgo de que el conflicto tenga raíces más profundas, crezca y un día explote causando graves problemas a la organización.
Haciendo un análisis más detenido, se puede buscar una interpretación sistémica. Las situaciones planteadas serían las bombillas rojas que indican una situación de alarma en la dinámica relacional del equipo. Como puede ser el malestar ante una promoción arbitraria, los criterios de los bonos o cualquier circunstancia que se ha vivido como una injusticia.
Identificar el conflicto es el primer paso para resolverlo. Buscar soluciones no es fácil, ni agradable. Además, este proceso consume tiempo y esfuerzo. Sin embargo, puede resultar muy beneficioso ya que a largo plazo sienta las bases de un equipo sólido capaz de realizar tareas creativas.