google-site-verification=vFyTcqpT27zWrkZJ7jaeSa2MoPOItD9vRRkHuUxCGQk La oxitocina. La molécula del amor
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  • Writer's pictureLuis Palacios Araus

La oxitocina. La molécula del amor

¡Un buen ejemplo de la versatilidad de la evolución! Una molécula asociada a conductas

reproductoras simples de los reptiles, a lo largo de la evolución, adquiere nuevas funciones que contribuyen al desarrollo de diferentes tipos de relaciones (maternal, pareja, social) en los mamíferos y muy particularmente del ser humano.

Oxitocina. Molécula del amor

En las tortugas, como ejemplo de reptiles, una molécula muy parecida a la oxitocina, es la encargada de regular su conducta reproductora, incluyendo el apareamiento, excavar el nido y la puesta de huevos.


En los mamíferos, la función hormonal de la oxitocina continúa ligada a la reproducción. Contribuye a regular las contracciones del útero durante el parto y la secreción de la leche materna. Sin embargo, su actividad no queda limitada a esta función.


Dos ejemplos de estas nuevas tareas en mamíferos no humanos. El primero, cuando se inyecta oxitocina en el cerebro de ratas vírgenes, éstas muestran conductas asociadas al cuidado de las crías como la construcción de nidos (1). El segundo, en una especie de topos con una fuerte tendencia a la monogamia, la inyección de oxitocina en el cerebro promueve la formación de parejas (2).


En el ser humano también se han hecho experimentos, aunque con más limitaciones. Así, cuando dos miembros de una pareja discuten sobre un tema conflictivo después de inhalar oxitocina, muestran mayor grado de comprensión y una actitud más constructiva que en condiciones normales (3).


De esta forma vemos como la oxitocina, en los mamíferos, actuando como un neurotransmisor, facilita aspectos relacionales como el cuidado de las crías, la relación de pareja y posiblemente el comportamiento social.


1. Pedersen, C.A. et al. 1982. “Oxtocin induces…” Science 216:648-9

2. Carter, S.C. et al. 1995. “Physiological substrates…” Neuroscience and Biohebavioral Reviews, 19, 303-14.

3. Ditzen, B. et al. 2009. “Intranasal oxytocin…” Biological Psychiatry, 65, 728-31.



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