Juan es lo que se diría una persona tranquila, de 35 años, no se preocupa mucho del aspecto de la casa, prefiere salir el fin de semana a limpiar. Es abogado y no tiene muchas ambiciones profesionales, considera el trabajo un mal menor para conseguir un sueldo. Si tiene dinero lo disfruta, pero también puede vivir de forma austera ajustando el gasto. Dice preferir vivir el día a día a planificar el futuro.
María tiene 31 años, es una abogada ambiciosa que está iniciando una brillante carrera profesional. En general es muy exigente. Le gusta que todo este en orden, la casa limpia y proyectar en invierno las vacaciones de verano. Se adapta a la situación económica que tiene, pero le gusta disfrutar de caprichos caros.
Tienen un hijo de 4 años que va a una guardería. Tiene una niñera que lo cuida en las horas que no va a la guardería y o están sus padres.
Juan y María son pareja y tienen numerosos conflictos. María “va detrás” de Juán intentando que haga cosas. Le insiste en mantener el baño limpio, en que debe cuidarse, lo cual incluye gimnasio y dieta, en que le convendría que hiciese un master que ampliase sus posibilidades profesionales. La búsqueda de guardería y la relación con la niñera también corre a cargo de María.
Juán se resiste a aumentar su nivel de actividad dice que María es “muy pesada” y “controladora”. Con frecuencia, los amigos hacen bromas respecto al “pobre Juan”. María intenta llevarlo con buen humor, aunque, a veces, dice sentirse cansada y frustrada. Aparentemente, María es la que manda en la pareja, ella toma casi todas las decisiones sin que apenas intervenga Juan. Sin embargo, Juan, desde su pasividad, “obliga” a María a cargar con una gran parte del trabajo y la responsabilidad.
Posiblemente, el reparto de poder, y el malestar, dentro de la pareja está más repartido de lo que parece.
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