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Writer's pictureLuis Palacios Araus

La terapia del terapeuta

Habitualmente, el terapeuta sigue un proceso de psicoterapia personal que, además de promover su bienestar emocional, le prepara para dirigir procesos de psicoterapia en el futuro. Este proceso se suele complementar con sesiones de supervisión en las que un terapeuta, habitualmente junior, busca el consejo de un colega con una mayor experiencia.


Sin embargo, la terapia del terapeuta no acaba en su etapa de formación. A pesar de que el terapeuta trate de mantener una actitud de neutralidad en la relación terapéutica, nunca es una neutralidad absoluta. El profesional también se impregna de las experiencias que se comparten en la sesión y consciente, o inconscientemente, las aplica a su propia vida. De esta forma, participa en el proceso de cambio que representa la terapia. En las terapias de grupo, donde el terapeuta tiene menor protagonismo y control, está más cerca de ser "uno más", este proceso todavía resulta más evidente.


Teniendo en cuenta estas consideraciones, una vez más, se constata que en las relaciones humanas nunca hay miembros neutrales. Las dos personas que participan en la psicoterapia se ven afectadas por ella, aunque sea en diferente grado. La comunicación e interacción siempre es bidireccional.


Desde el punto de vista del terapeuta, a pesar de que cada relación terapéutica le pueda afectar relativamente poco (no siempre es así), comparado con la implicación del que acude buscando ayuda, la suma de todas las relaciones terapéuticas supone una "dosis" considerable de terapia. Finalmente, bajo la técnica y el rol subyace la emoción y la persona.


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