Conocemos personas que no pueden acabar unos estudios, conseguir un buen trabajo, aprovechar una oportunidad de promoción o elegir una pareja adecuada. Aunque pueda resultar extraño, a veces nos autoboicoteamos.
A uno le suele rechinar que se esté autoboicoteando porque en apariencia supone un perjuicio. Sin embargo, además del evidente perjuicio hay un beneficio.
El éxito llega a resultar muy amenazante a quien lo consigue. Posiblemente, porque el éxito se asocia a la envidia y, cuando se es objeto de la envidia, uno está situado en la diana de la agresividad.
En cierto modo, tenemos que elegir. Permanecer en una zona de éxito tibio, protegiéndonos de la envidia, o atrevernos a ser exitosos, asumiendo que tendremos que defendernos de la agresividad de nuestro entorno.
Por otra parte, los grupos familiares, sociales, equipos de trabajo, etc. dominados por la envidia son grupos en los que hay poco desarrollo personal o profesional y mucho sufrimiento.
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